Una de las técnicas más
controvertidas de reproducción asistida es la popularmente conocida como “madre de alquiler”,
que sigue generando muchos dilemas
éticos.
Desde el nacimiento del primer “bebe probeta” a
finales de los años 70, las técnicas de reproducción han logrado miles de
nacimientos de niños sanos y han devuelto la esperanza y la alegría a muchos
padres. En las últimas décadas el avance de estas técnicas ha sido
espectacular, apareciendo nuevas maneras de experimentar la maternidad. La
ética ha estado ligada íntimamente a la reproducción asistida y han ido
apareciendo dilemas éticos sobre su uso.
Para que la utilización de estos métodos estuviera
regulada jurídicamente se creó en 1988 la primera ley específica sobre Técnicas
de Reproducción Humana Asistida que
se ha ido actualizando según ha ido avanzando. Su última actualización fue en
el año 2006.
El principal problema ético
que se plantea es si el derecho a procrear y formar una familia debe llegar
hasta el punto de promover ciertas técnicas de reproducción como la subrogación o gestación por sustitución.
La subrogación
gestacional o útero subrogado, tradicionalmente “madre de alquiler”,
consiste en que una mujer queda embarazada y gesta un bebé de otra mujer que,
por algún problema reproductivo o médico, no puede. Ese bebé puede venir del
óvulo y el espermatozoide de los padres, conservando la herencia genética de
los dos progenitores o bien venir del óvulo de la madre sustituta con los
espermatozoides del padre biológico.
De momento en España la subrogación no está permitida, sin
embargo en otros países como EE.UU, Canadá o Rusia está a la orden del día.
Algunas parejas españolas viajan a estos lugares con la última esperanza de
poder ser padres biológicos y ver cumplido su sueño.
Rebeca Pérez y Patricia Pinto
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