Los trabajadores/as sociales constantemente se encuentran en situaciones que provocan grandes dilemas éticos en su ejercicio profesional. Para ello, el código deontológico ayuda al trabajador/a social a decidir qué es lo mejor y más adecuado en una situación dada, de acuerdo con los valores socialmente aceptados. Pero en la práctica profesional no sólo se han de tener en cuenta dichos valores sino también las normas sociales que regulan las relaciones humanas en el contexto donde se actúa.
El
Trabajo Social se ocupa de aspectos fundamentales de la vida de las
personas y de sus necesidades, trata con individuos, familias o
grupos que necesitan una intervención apropiada que les ayude a
mejorar sus condiciones de vida, su autonomía y su bienestar.
Las
cuestiones éticas están profundamente arraigadas en la disciplina
de trabajo social, dado que precisamente en la intervención social
se visualizan y se concretan los principales dilemas éticos que
tienen que resolver estos profesionales.
En
general, existe el acuerdo bastante generalizado sobre el hecho de
que un dilema aparece cuando hay un conflicto entre principios que
conduce a cursos de acción excluyentes (McAuliffe, 2005; Reamer,
1983; Rothman, 1998; Congress, 1999; Banks, 2001). Por ejemplo,
podemos decir que hay un dilema ético cuando se da un conflicto
entre el derecho de un usuario a ser informado y el cumplimiento de
una norma de una organización contraria a ese derecho, o cuando el
trabajador o la trabajadora social ha de tomar una decisión que
implica un conflicto entre los principios de autonomía y de
bienestar relativos al usuario. Matizando aún más, se podría decir
que un dilema ético supone «una situación de toma de decisiones
que conlleva una difícil elección entre dos alternativas igualmente
no deseables y en la que no está claro qué elección es la
correcta» (Banks, 2005: 1011).
A
la hora de buscar material bibliográfico para mi pequeña
investigación acerca de este tema, es decir, que sucede cuando se
produce un dilema ético entre la forma de trabajar de un
trabajador/a social y la forma en la que la institución tiene
establecido, me ha resultado muy difícil pues no he encontrado nada
que trate este asunto como tema principal. Por lo general, si los
autores hablaban sobre dilemas éticos en Trabajo Social se centran
más en los que se producen entre el profesional y el usuario, ya que
es cierto que la mayoría de estos dilemas éticos se producen entre
ellos.
En
un estudio llevado a cabo en España, el cual tenia como objetivo
averiguar cuáles son los principales dilemas éticos a los que se
enfrentan los trabajadores sociales en toda España, un 82% de los
encuestados respondieron afirmativamente a la pregunta sobre si
habían sido conscientes de algún dilema ético en su trabajo. Esto
significa, en primer lugar, que las profesionales y los profesionales
son conscientes de los dilemas éticos que les rodean y que, además,
éstos son muy frecuentes en sus intervenciones laborales. En este
estudio ademas, se muestra una gráfica con los distintos dilemas
éticos recogidos y sus respectivos porcentajes, sin embargo, en toda
esta clasificación ninguna hace referencia al dilema que yo planteo.
Si es cierto, que el tercer dilema ético con mayor porcentaje es
“con la incompetencia de otro trabajador social o de otro
profesional” (43%) que aunque esta fuera de la relación
trabajador social-usuario, este no tiene que ver con quien establece
las normas y su propio “código ético”, que en este caso es la
institución pertinente en la que se trabaje, que es lo que a mi me
interesa.
Aun
con los retos que me he dio encontrando, he decido seguir adelante
con este trabajo ya que me parece interesante y un posible dilema que
nos puede surgir a la hora de trabajar como futuros profesionales.
Una de las preguntas que me motivan para su realización es ¿que
pasa si en una institución con menores se usa el castigo como
recurso para educar y nosotros como profesionales no nos parece lo
adecuado para ellos? A lo largo de la carrera, siempre nos han
enseñado que si empezamos a trabajar en una institución y no nos
gusta como esta trabaja, o cual es su “filosofía” debemos
abandonar nuestro puesto. Pero yo me planteo, en el caso de la
institución de menores por ejemplo, ¿que futuro deparará a esas
personas que siguen encarceladas en dicha institución?, ¿yo como
agente de cambio y como profesional social debo hacer caso omiso a
estas situaciones? Cuando hablo de instituciones de menores, también
puede ser en centro de personas mayores en las que el abuso, el
castigo y muchas mas atrocidades se cometen diariamente.
Andrea García García, 3ºA1
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