viernes, 28 de marzo de 2014

Caso de Inmaculada Echevarría (Eutanasia)


Hoy vamos hablar de una noticia que sucedió hace siete años, donde Inmaculada Echevarría
llevaba enferma de distrofia muscular desde los once años, enfermedad que con el paso del tiempo la provoco una tetraplegia que la dejo en cama a los treinta y un años de edad.
Ella misma, solicitó a la Junta de Andalucia, en concreto al Comité Etico de Andalucia y al Consejo Consultivo, el derecho a morir dignamente.Tras mucha lucha y de tener que cambiar de hospital donde estuvo viviendo durante diez años, ya que tras la aprobación de su petición, la ética y la religión entraron en juego, optaron por el cambio de hospital. A las pocas horas de llegar fue desconectada de la máquina que la mantenía con vida, moriría sin dolor.


NOTICIA

Inmaculada Echevarría, una vida en una cama

 Era su deseo y finalmente se ha cumplido. Inmaculada Echevarría, de 51 años, quería que se desconectase el respirador que la mantenía con vida desde hace nueve años y  así lo hicieron los médicos la noche del 14 de marzo. Llevaba 20 años postrada en una cama por una distrofia muscular. Una larga y polémica lucha que incluso le llevó a dar a su hijo en adopción a los ocho meses.
La vida de Echevarría tuvo momentos difíciles. Con sólo 11 años le diagnosticaron la dolencia que después la dejaría tetrapléjica. Más tarde, su marido murió en un accidente de tráfico. Tras ello, tuvo que dar en adopción a su hijo, y sólo volvió a verle más de 20 años después.
Pese a todo, Inmaculada se aferró a la vida. Confesó que desde los 29 años tuvo claro que quería morir, aunque hasta el pasado 20 de noviembre no lo solicitó oficialmente. Y el Comité Ético de la Junta de Andalucía y el Consejo Consultivo lo autorizaron, en una decisión histórica. Este último organismo dictaminó el pasado 28 de febrero que su caso era una limitación del esfuerzo terapéutico negativa y "adecuada a derecho", por lo que consideró que la actuación de los profesionales sanitarios que procedieran a la desconexión del aparato de ventilación mecánica no podía considerarse "punible". La 'muerte digna' que reclamaba estaba ya un poco más cerca.
"El milagro más grande y lo mejor que me ha podido pasar", en sus propias palabras. También una decisión polémica, por mucho que Inmaculada reconociese que su vida era "todo lo peor" y que había que "respetar su voluntad". En realidad, lo que solicitó no fue "un rechazo de tratamiento", un derecho reconocido en la Ley española de autonomía del paciente.
Su hijo se ha manifestado en contra de la decisión de su madre, una postura en la que se han posicionado también diferentes miembros de la Iglesia Católica. El cardenal arzobispo de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, se manifestó "abiertamente en contra de todo tipo de pena de muerte, tanto la legal como la autoadministrada".

De hospital en hospital

Inmaculada no pudo morir en el centro en el que vivió los últimos diez años, el Hospital San Rafael de Granada, ya que tras la aprobación de su petición, la ética y la religión entraron en juego. La orden de San Juan de Dios, que regenta dicho hospital, optó por el traslado a otro centro, al parecer, por la presión de ciertos sectores religiosos contrarios a la decisión.
Finalmente, trasladada al hospital San Juan de Dios de la misma ciudad, fue desconectada de la máquina que la mantenía con vida tan sólo unas horas después de llegar. El miércoles 14 de marzo, a las 21.00 horas, moría sin dolor. Varios meses antes, en octubre, denunciaba la "soledad, vacío o opresión" de su vida.
Había perdido hasta la musculatura de la cara y la lengua. Podía hablar con dificultades. Se sobrepuso a todo para enfrentarse incluso a su propio hijo, de 26 años, que cuando conoció la decisión de Inmaculada se ofreció a cuidarla en su casa de Zaragoza para intentar evitarlo. El deseo de morir y acabar con su sufrimiento lo superaba todo. Antes de la desconexión sólo se despidió de sus amigos más íntimos.
El testamento vital de Inmaculada Echevarría se ha cumplido finalmente, de forma legal. Su marcha quizás siente un precedente para otros casos similares de enfermos que reclamen, como ella hizo, una muerte sin dolor.

 Noticia de "El Mundo" 15/3/2007 



Rebeca Pérez Moreno y Patricia Pinto Llorens

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