En
uno de los libros que he recogido de internet, el cual se titula
“Voces para la ética del Trabajo Social en tiempos trémulos”
escrito por Luis Miguel Rendón y María Luisa Taboada, dedica uno de
los capítulos a hablar sobre la moral personal, profesional y la
política en el ámbito del Trabajo Social. En este capitulo los
autores nos plantean que aquellas personas funcionarias o que son
empleados de las diferentes administraciones, en lo que respecta al
ejercicio de su profesión no se sujeta solo a sus principios éticos
y deontológicos, sino que ha de regirse y tomar también como
referentes de su acción, las normas, principios y códigos de las
instituciones para las que trabajan. Por lo tanto, cuando tu
preguntas a un Trabajador Social que diferencia hay entre sus valores
personales y sus valores profesionales, estos no saben cual es la
diferencia. Quizás, esto se deba a una temprana vocación, la
identificación con los valores de la profesión en sus años de
estudiantes han convertido su universo profesional en todo su
universo moral. O bien, debido, quizás, a una intensa
sociabilización dentro de la propia profesión, el resto de sus
creencias se han visto decisivamente conformadas por las convicciones
profesionales. El caso es que cuando se indaga, no son muchos los
profesionales que puedan decir si alguna vez han tenido un conflicto
entre lo que les requería la actuación profesional y las exigencias
que se derivaban de su creencias personales (Ballesteros, A.,
Viscarret, J. J., Uriz, M. J., 2011). Sin embargo, cuando por los
motivos que sean, tales conflictos se dan, adoptan alguna de las
formas de dilema ético mas difíciles de tratar.
Existe
una especie de consenso entre los autores sobre que significa este
tipo de conflicto y como se ha de tratar. Es una verdadera “doctrina
oficial” con firmes fundamentos en una concepción de la
profesionalidad y en ciertas ideas sobre lo que significa la función
profesional. Lo característico de ella es que defiende un principio
de neutralidad frente a los valores personales, a los que quita la
capacidad para influir en la actividad profesional. Pero, como con
toda “doctrina oficial”, hay quien muestra su descontento. Lo mas
interesante de esta critica es que nos obliga a pensar el ámbito de
la moral política, es decir, el ámbito de las ideas de libertad,
justicia, igualdad, imparcialidad, etc., sobre las que se asientan
las instituciones sociales y las funciones profesionales.
Tras
leer este ultimo párrafo, el cual a modo de síntesis, establece que
existe una “doctrina oficial”, la cual defiende que debemos dejar
atrás nuestros valores personales para que estos no nos influyan a
la hora de trabajar. Este pensamiento lo entendería si se refiriese,
por ejemplo, a si acude a nosotros una mujer joven y nos manifiesta
que quiere abortar y nosotros estamos en contra de esta práctica, en
este caso debemos dejar a un lado nuestros valores y ser neutrales.
Pero como comente en la entrada anterior, desde mi punto de vista
esto está vinculado a la relación trabajador social-usuario, no a
la práctica profesional exigida por las instituciones. Para que se
entienda a lo que me refiero voy a poner un ejemplo:
“Desde hace unos meses, un trabajador social que acaba de empezar a trabajar en un centro
de protección de menores con trastornos de conducta y en situación
de dificultad social, ha observado que se esta produciendo un
maltrato a los menores tras la utilización, de manera excesiva, del
aislamiento como medida educativa. Esta medida que puede durar por lo general entre varios minutos hasta dos días, tras tener las sanciones un carácter
acumulativo, pueden aumentar hasta más de una semana de aislamiento”.
Son
muchos los autores que opinan igual que la “doctrina oficial”,
pero desde mi punto de vista no siempre podemos sobreponer las
actuaciones profesionales a nuestros valores personales. E incluso,
creo, que se debería luchar por una mayor justicia social, principio
ético que es introducido por la Asamblea General de la Federación
Internacional de
Trabajadores
Sociales (FITS) y de la Asociación Internacional de Escuelas de Trabajo
Social (AIETS) en Adelaida, Australia. El cual establece que los
trabajadores sociales tienen la responsabilidad de promover la
justicia social, en relación con la sociedad en general, y con las
personas con las que trabajan. Esto significa en el caso propuesto
que los trabajadores sociales:
- Deben oponerse a las políticas y acciones injustas. Los trabajadores sociales tienen el deber de llamar la atención de sus empleadores, legisladores, políticos y de la sociedad en general sobre aquellas situaciones en las que los recursos son inadecuados o cuando la distribución de recursos, políticas y prácticas son opresivas, injustas o perjudiciales.
- Trabajar en solidaridad. Los trabajadores sociales tiene la obligación de oponerse a las situaciones sociales que contribuyen a la exclusión social, estigmatización o subyugación, y trabajar hacia una sociedad inclusiva.
Este
texto que trata sobre los principios éticos del Trabajo Social
recoge muchos más puntos, pero estos dos desde mi opinión son los
mas importantes en lo que respecta al ejemplo que e expuesto. Como ya
vengo enunciando, pienso que como profesionales debemos saber
distinguir entre lo que son nuestros valores o principios éticos y
aquello que son establecidos en los códigos éticos y en las
prácticas profesionales exigidas dentro de cada institución. Pero
aunque en un principio puede parecer obvio que como trabajadores
sociales debemos denunciar estas prácticas abusivas no siempre es
así, puesto que influyen muchos factores que hacen que
simultáneamente acabemos abandonando nuestro puesto de trabajo.
Estos factores podrían estar relacionados desde que haya un
resguardo político y legal al que se acoge la institución, como en
el ejemplo podría ser que al tener las sanciones un carácter
acumulativo no se pueda denunciar, hasta aquellos profesionales que
tras vivir estas experiencias traumáticas deciden abandonar no solo
su puesto de trabajo sino que además abandonan para siempre el
sector profesional de “lo social”. Aunque lo que aquí planteo no
siempre sucede, creo que es interesante hacer una introspección para
que el día de mañana, cuando pongamos en práctica nuestra futura
profesión sepamos como actuar frente a ciertas dificultades que se
nos pueden ir planteando. Por ello, os invito a reflexionar sobre
todo lo que aquí expongo.
Andrea García García, 3ºA1